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Clara Peeters. La pintora del “selfie”.



El papel de la mujer en la cultura ha sido menospreciado durante siglos. Empleo el participio como adjetivo. Un adjetivo cuya abominable duración amenaza la memoria, es decir, la historia.


Nosotras, algo más de la mitad de la Humanidad, hemos sido objeto de lujo y de intercambio. Los poderosos aumentaban su prestigio sosteniendo harenes con tantas mujeres que ni el más dotado de los hombres podría conocer carnalmente a lo largo de un año. Parejamente se nos ha considerado cumbre del erotismo, fuente del pecado y origen de la culpa. La leyenda de Susana y los ancianos es buen ejemplo del primer caso; la Madre Eva, del segundo.


El corolario es previsible y dramático: las mujeres que osaran abandonar el papel secundario fueron, en nuestra civilización, quemadas por brujas o condenadas al ostracismo, según, iba por zonas y épocas. Desde Hypatia de Alejandría brutalmente torturada por una turba guiada por quien, años después fuera declarado santo, a Linda Lovelace; María Waremburg (española y gallega, por más señas), Mary Shelley o el caso más llamativo de todos: Hedy Lamarr, la bellísima actriz de Hollywood, inventora, entre otros prodigios de la física, de un sistema para guiar torpedos durante la Segunda Guerra Mundial.


Pues bien, entre estas mujeres excepcionales, hoy quiero recordar a Clara Peeters, pintora del s. XVII, cuyos juegos de luces y sombras la asemejan a Rubens o Caravaggio; y, sin embargo, permaneció olvidada en un oscuro rincón de la historia durante cuatro siglos, por mucho que se la considere, actualmente, pionera en la pintura de bodegones y naturalezas muertas y ser la primera en introducir al pescado como protagonista en uno de sus lienzos; pero más atractivo me resulta que popularizara el autorretrato oculto en determinados objetos de sus pinturas, recurso pictórico imitado por otros artistas posteriormente.



Todo este bagaje permaneció en silencio hasta que, en los años setenta del pasado siglo, alguien la “volviera a mirar” descubriendo en aquella pintora ignorada a la artista intemporal que, cuatro siglos más tarde, aparece reclamando el lugar que le corresponde en la historia del arte. Reconocimiento que se produce en el año 2016 con la exposición organizada en el Museo del Prado, en donde se exponen quince de las treinta y nueve obras conocidas de Clara Peeters.

Para conocerla debí esperar hasta hace casi nada, cuando Ana, mi profesora de dibujo, me habló de su importancia.

Cumplan estas líneas el doble propósito de homenaje a esta pintora casi desconocida y agradecimiento a Ana, por su paciencia y maestría.


Bibliografía:

1. «Clara Peeters. Una historia en imágenes - Interactivo - Museo Nacional del Prado». www.museodelprado.es.

2. Laura Franganillo Lobato (7 de mayo de 2014). «Clara Peeters, una artista por redescubrir - Mito | Revista Cultural».

3. Vergara. «Peeters, Clara». Colección. Museo del Prado.


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